¿Te acuerdas de la primera vez que plantaste semillas de lenteja en un lecho de algodón? ¿Y de la primera vez que probaste un tomate plantado por ti? A los niños les gusta jugar en el barro, esconderse detrás de los arbustos y atrapar insectos; cuando son adultos les agrada enorgullecerse de su césped perfecto y de las rosas de su jardín. Los huertos y los jardines gustan por lo general a todo el mundo. Creando un huerto o un jardín escolar y cuidándolo, los alumnos liderarán su propio proceso de aprendizaje. Los rincones del huerto de la escuela se transforman en espacios de vida en donde los estudiantes aprenden, descubren y usan su imaginación. La horticultura y la jardinería pueden ser muy eficaces y divertidas para aprender temas enormemente variados, incluyendo la historia, el arte, la ciencia, las matemáticas, la geografía y la geología. Con independencia de su tamaño, el huerto escolar posee un gran potencial para convertirse en algo brillante y proporcionar productos de alta calidad. La escuela que quiera crearlo deberá formar un equipo responsable, escoger el sitio, asignarle un presupuesto, decidir sobre los suministros necesarios y luego plantar y mantener el huerto o jardín. El apoyo de la administración es crucial, aunque en estos casos está prácticamente asegurado.
Lo más importante es que esta actividad educativa involucra al alumnado de todos los cursos y conecta la educación formal con la no formal a través de un proceso activo de descubrimiento. La naturaleza fomenta la curiosidad y proporciona un contexto natural para la investigación práctica que promueve el aprendizaje basado en la motivación intrínseca. Los efectos de un huerto escolar no se hallan encerrados dentro de las paredes de la escuela; al contrario, el huerto estimula la participación de la comunidad y genera redes activas de educadores y docentes que se encargan de alimentar los vínculos entre la educación ambiental, el aprendizaje en el aula y el aprendizaje en el huerto. El huerto escolar como escenario educativo se adapta muy bien a las necesidades de los diferentes grupos de la escuela y puede fomentar la investigación relacionada con la ciencia, el arte, la educación física, las habilidades de escritura y el lenguaje moderno. Además, guarda relación con la resolución de problemas de la vida real y con temas actuales, desarrolla ciudadanos activos y responsables con el medio ambiente y fomenta el contacto directo con el entorno natural.
Este escenario educativo basado en la indagación ofrece un esqueleto básico, una orientación y algunas propuestas de actividad que ya han sido experimentados y evaluados (revelándose exitosos para lograr los objetivos educativos), y se encuentran listos para su ejecución. Al mismo tiempo, constituye un escenario que permite experimentar, que puede ajustarse fácilmente al marco temporal de cada escuela, y que suscita el interés y la curiosidad de otros profesores o actores relacionados con la práctica educativa.